A 20 AÑOS DE LA MUERTE DE GERMÁN ABDALA
Germán Abdala nació en Santa Teresita, provincia de Buenos Aires, el 12 de febrero de 1955, y falleció el 13 de julio de 1993, en el Hospital Italiano. Miembro fundador del Grupo de los Ocho y la CTA, dirigente histórico de ATE, símbolo de la resistencia a las políticas neoliberales de los 90 y opositor empedernido a la entrega del patrimonio nacional; solidario, sensible.
Germán Abdala nació en Santa Teresita, provincia de Buenos Aires, el 12 de febrero de 1955, y falleció producto de un cáncer a las nueve de la mañana del 13 de julio de 1993, en el Hospital Italiano. Tenía solamente 38 años.
Fue uno de los que recuperó la Asociación de Trabajadores del Estado en 1984. Al finalizar la intervención dispuesta por la dictadura militar, fue elegido Secretario General de la seccional Capital Federal.
Antes había creado la Agrupación Nacional de Unidad y Solidaridad, militó en la Juventud Peronista, en la Agrupación Amado Olmo y en Patria Grande. En 1990, renunció a los cargos partidarios y formó junto a otros diputados un bloque disidente, el “Grupo de los Ocho”. Además, en busca de un polo alternativo a las fuerzas tradicionales, sindicales y políticas, creó la CTA en 1992.
En junio de 1984, se le detectó un raro cáncer congénito conocido como cardoma de sacro. Soportó 26 operaciones, algunas en Estados Unidos y Cuba. Aunque su enfermedad era terminal, presentó proyectos en la Cámara de Diputados, entre ellos la ley de convenciones colectivas de trabajo para los estatales, que hoy se conoce como “Ley Abdala”, el proyecto de penalización severa de hechos de corrupción y el pedido de suspensión de la privatización de Aerolíneas Argentinas.
Su último paso por el Congreso, en silla de ruedas, fue para oponerse a la privatización de las jubilaciones y para apoyar a Pino Solanas como senador nacional por la Capital Federal. Dejó su internación en los Estados Unidos para estar presente en el plenario fundacional de la Central de Trabajadores Argentinos.
Murió a las nueve de la mañana del 13 de julio de 1993, en el Hospital Italiano. Tenía solamente 38 años. Pesaba 35 kilos y la enfermedad lo había dejado inválido y ciego.
El 6 de julio del año 2000, la sala de reuniones de la Comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara de Diputados de la Nación fue designada con el nombre de Germán Abdala, a partir de una iniciativa de la por entonces diputada Marcela Bordenave, quien fue su “compañera del alma y de la vida”.
En la sesión de homenaje, la por entonces diputada y actual presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, expresó las siguientes palabras sobre Germán:
“(…) normalmente no acostumbro a rendir homenajes porque considero que a la gente se la homenajea con las conductas y con los compromisos más que con los discursos. De todas maneras, recordar a Germán Abdala en esta etapa tan particular de la vida política argentina puede ayudarnos a formular nuevas ideas y nuevos teoremas. Hay una frase de Germán Abdala que siempre me impresionó mucho. El decía que había que vivir como se piensa y actuar como se habla. Pero no sólo lo decía, sino que, lo que es más importante en política, lo hacía: era absolutamente coherente con lo que pensaba en los discursos y en la práctica. No conoció de conversiones ni de adaptaciones riesgosas. En épocas donde todo parece estar en duda, donde florecen teorías acerca de la real politique y donde debemos analizar cómo comportarnos opositores y oficialistas, creo que el mejor homenaje a Germán Abdala sería reconocer su teorema, que sostiene que hay que vivir como se habla y actuar como se piensa (…)”.
En tanto, desde el 16 de julio del año pasado, el auditorio de la Jefatura de Gabinete nacional se llama “Germán Abdala”.
En ese acto, del que participó Jorge Hoffmann, secretario general de ATE Santa Fe, el jefe de Gabinete procedió al descubrimiento de una placa con el nombre del líder sindical, junto a su compañera, Marcela Bordenave, y los diputados Edgardo Depetri y Andrés Larroque.
Fue uno de los que recuperó la Asociación de Trabajadores del Estado en 1984. Al finalizar la intervención dispuesta por la dictadura militar, fue elegido Secretario General de la seccional Capital Federal.
Antes había creado la Agrupación Nacional de Unidad y Solidaridad, militó en la Juventud Peronista, en la Agrupación Amado Olmo y en Patria Grande. En 1990, renunció a los cargos partidarios y formó junto a otros diputados un bloque disidente, el “Grupo de los Ocho”. Además, en busca de un polo alternativo a las fuerzas tradicionales, sindicales y políticas, creó la CTA en 1992.
En junio de 1984, se le detectó un raro cáncer congénito conocido como cardoma de sacro. Soportó 26 operaciones, algunas en Estados Unidos y Cuba. Aunque su enfermedad era terminal, presentó proyectos en la Cámara de Diputados, entre ellos la ley de convenciones colectivas de trabajo para los estatales, que hoy se conoce como “Ley Abdala”, el proyecto de penalización severa de hechos de corrupción y el pedido de suspensión de la privatización de Aerolíneas Argentinas.
Su último paso por el Congreso, en silla de ruedas, fue para oponerse a la privatización de las jubilaciones y para apoyar a Pino Solanas como senador nacional por la Capital Federal. Dejó su internación en los Estados Unidos para estar presente en el plenario fundacional de la Central de Trabajadores Argentinos.
Murió a las nueve de la mañana del 13 de julio de 1993, en el Hospital Italiano. Tenía solamente 38 años. Pesaba 35 kilos y la enfermedad lo había dejado inválido y ciego.
El 6 de julio del año 2000, la sala de reuniones de la Comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara de Diputados de la Nación fue designada con el nombre de Germán Abdala, a partir de una iniciativa de la por entonces diputada Marcela Bordenave, quien fue su “compañera del alma y de la vida”.
En la sesión de homenaje, la por entonces diputada y actual presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, expresó las siguientes palabras sobre Germán:
“(…) normalmente no acostumbro a rendir homenajes porque considero que a la gente se la homenajea con las conductas y con los compromisos más que con los discursos. De todas maneras, recordar a Germán Abdala en esta etapa tan particular de la vida política argentina puede ayudarnos a formular nuevas ideas y nuevos teoremas. Hay una frase de Germán Abdala que siempre me impresionó mucho. El decía que había que vivir como se piensa y actuar como se habla. Pero no sólo lo decía, sino que, lo que es más importante en política, lo hacía: era absolutamente coherente con lo que pensaba en los discursos y en la práctica. No conoció de conversiones ni de adaptaciones riesgosas. En épocas donde todo parece estar en duda, donde florecen teorías acerca de la real politique y donde debemos analizar cómo comportarnos opositores y oficialistas, creo que el mejor homenaje a Germán Abdala sería reconocer su teorema, que sostiene que hay que vivir como se habla y actuar como se piensa (…)”.
En tanto, desde el 16 de julio del año pasado, el auditorio de la Jefatura de Gabinete nacional se llama “Germán Abdala”.
En ese acto, del que participó Jorge Hoffmann, secretario general de ATE Santa Fe, el jefe de Gabinete procedió al descubrimiento de una placa con el nombre del líder sindical, junto a su compañera, Marcela Bordenave, y los diputados Edgardo Depetri y Andrés Larroque.