Día de la memoria: ATE marchó junto a las Madres, la CTA, la CGT y miles de argentinos en todo el país
A 40 años del golpe civico militar, éste 24 de marzo junto a las madres y los organismos de DDHH marchamos exigiendo memoria, verdad y justicia y rechazando para siempre el terrorismo de estado.
En la ciudad de Santa Fe CTA y CGT marcharon en una misma columna y en el acto se leyó el siguiente documento:
Hace 40 años la clase trabajadora argentina era víctima de la brutal estrategia del imperio de imponer la doctrina de la seguridad nacional, cuando en el contexto de una guerra fría, los ejércitos latinoamericanos se dedicaron a exterminar al movimiento obrero y a sus organizaciones más combativas.
Cualquier método era válido contra nosotros. La norma era entonces, la actuación de grupos paramilitares o parapoliciales, el secuestro, la tortura, el asesinato y la desaparición de personas; en definitiva, el terrorismo impartido desde el mismo Estado y la violación sistemática de los derechos humanos.
Las dictaduras militares y sus políticas económicas se propusieron —y consiguieron— la consolidación y expansión de un número reducido de empresas nacionales y/o multinacionales, en muchos casos pertenecientes a un mismo grupo. Lo mismo sucedió con el sistema financiero, que se concentró en pocas manos y lejos de favorecer con los créditos a los sectores productivos, puso toda su estructura empresaria a favor de “la bicicleta y la timba financiera”.
La dictadura generó miles de cierres de fábricas y despidos, prohibió toda actividad sindical, intervino la CGT, suspendió las paritarias y el derecho a huelga por tiempo indeterminado. Además eliminó el fuero de los delegados y autorizó despidos en el estado sin sumario previo. Pero eso no impidió que el movimiento obrero se movilice y sea factor determinante de la vuelta al estado de derecho.
Hace 20 años, la clase trabajadora argentina era víctima de la brutal estrategia del imperio de imponer Consenso de Washington.
Con la caída del muro, su objetivo fue consolidar un mundo económicamente unipolar, que se conseguiría mediante la liberalización económica con respecto tanto al comercio como a la inversión, la reducción del Estado y nuevamente la importación indiscriminada de bienes, que destruirían la ya golpeada industria nacional.
Privatización de empresas públicas, Desregulación de los mercados y Seguridad de los derechos de propiedad eran dogmas de fe, predicados en el altar liberal. El golpe nuevamente fue a los trabajadores, no podemos olvidar el quiebre definitivo de la columna articuladora como el ferrocarril. Miles de compañeros despedidos, convirtiendo ciudades como Laguna Paiva, en pueblos diezmados.
Sin embargo fue la resistencia de amplios sectores del movimiento obrero lo que erosionó las bases del poder neoliberal y que desencadeno en el Argentinazo del 2001, precedidos por símbolos de lucha obrera como la Carpa Blanca, piquetes, ollas populares, lucha contra la impunidad del crimen de Cabezas, etc.
Hace poco más de 100 días, la clase trabajadora es nuevamente víctima de la vieja derecha argentina,
Se presenta como nueva por sus formas y procedimientos, pero en sus intenciones es la misma de siempre, aunque ya no es representativa de los actores concentrados de la economía, porque en esta nueva fase, decidió impúdicamente construir un estado atendido por sus propios dueños.
Lo único novedoso de esta nueva derecha gobernante, es el rol que juegan los medios hegemónicos y la justicia en el autodenominado “Círculo Rojo”. Hecho que busca construir agenda, corriendo el eje de los problemas de nuestra clase, invisibilizando y criminalizando el conflicto social y generando un clina antipolítica que busca cerrar cualquier posibilidad de debate y construcción colectiva. Instalando a la corrupción y la inseguridad como temas favoritos y exclusivos para desmoralizarnos.
Lo de siempre son nuestros patrones que entre 1976 y 1983 como dueños y directivos de las empresas Ledesma, Papel Prensa, Loma Negra, Ford, Mercedes, Acindar, Astarsa, Fiat, Techint, Bridas, Pérez Compac, Alpargatas, Celulosa, la Sociedad Macri (SOCMA).entregaron listas completas de delegados de fábrica a la vez que de la mano de Martínez de Hoz licuaban sus pasivos multiplicando nuestras deuda externa hasta 10 veces.
Lo de siempre también, es una clase política mediocre, acomodaticia y cómplice que en su mayor parte, volvieron a comprometer al país en un nuevo ciclo de endeudamiento que va a hipotecar el bienestar general.
También lo de siempre es que ambos, gobiernos y patrones, empezaron despidiendo, poniendo techo a la paritaria y criminalizando la protesta social, como habíamos anunciado que sucedería.
Podríamos decir que cada 20 años nuestro pueblo se suicida y que la clase trabajadora es la que pone los muertos, pero lejos de admitir este destino trágico, conscientes de nuestra responsabilidad histórica:
• Vamos a resistir y a dar pelea en unidad desde nuestras organizaciones sindicales y nuestras centrales.
• Vamos a marchar con el firme propósito de no aislarnos del resto de los que luchan contra esta hegemonía transitoria y sus cómplices.
• Vamos a romper en la calle el cerco mediático de los medios nacionales, movilizados, con creatividad y tozudez militante, dando la batalla cultural contra la resignación.
• Vamos a dar las batallas con inteligencia para entrar a los conflictos organizados y salir fortalecidos y ganando.
• Vamos a concientizarnos de que nuestros triunfos se celebran con la esperanza de que las banderas de justicia social, independencia económica y soberanía política, pueden volver a flamear en nuestro país.
• Vamos a honrar a nuestros mártires. 30000 COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS QUE SIGUEN VIVOS EN LA LUCHA DE LA CLASE TRABAJADORA.
Hace 40 años la clase trabajadora argentina era víctima de la brutal estrategia del imperio de imponer la doctrina de la seguridad nacional, cuando en el contexto de una guerra fría, los ejércitos latinoamericanos se dedicaron a exterminar al movimiento obrero y a sus organizaciones más combativas.
Cualquier método era válido contra nosotros. La norma era entonces, la actuación de grupos paramilitares o parapoliciales, el secuestro, la tortura, el asesinato y la desaparición de personas; en definitiva, el terrorismo impartido desde el mismo Estado y la violación sistemática de los derechos humanos.
Las dictaduras militares y sus políticas económicas se propusieron —y consiguieron— la consolidación y expansión de un número reducido de empresas nacionales y/o multinacionales, en muchos casos pertenecientes a un mismo grupo. Lo mismo sucedió con el sistema financiero, que se concentró en pocas manos y lejos de favorecer con los créditos a los sectores productivos, puso toda su estructura empresaria a favor de “la bicicleta y la timba financiera”.
La dictadura generó miles de cierres de fábricas y despidos, prohibió toda actividad sindical, intervino la CGT, suspendió las paritarias y el derecho a huelga por tiempo indeterminado. Además eliminó el fuero de los delegados y autorizó despidos en el estado sin sumario previo. Pero eso no impidió que el movimiento obrero se movilice y sea factor determinante de la vuelta al estado de derecho.
Hace 20 años, la clase trabajadora argentina era víctima de la brutal estrategia del imperio de imponer Consenso de Washington.
Con la caída del muro, su objetivo fue consolidar un mundo económicamente unipolar, que se conseguiría mediante la liberalización económica con respecto tanto al comercio como a la inversión, la reducción del Estado y nuevamente la importación indiscriminada de bienes, que destruirían la ya golpeada industria nacional.
Privatización de empresas públicas, Desregulación de los mercados y Seguridad de los derechos de propiedad eran dogmas de fe, predicados en el altar liberal. El golpe nuevamente fue a los trabajadores, no podemos olvidar el quiebre definitivo de la columna articuladora como el ferrocarril. Miles de compañeros despedidos, convirtiendo ciudades como Laguna Paiva, en pueblos diezmados.
Sin embargo fue la resistencia de amplios sectores del movimiento obrero lo que erosionó las bases del poder neoliberal y que desencadeno en el Argentinazo del 2001, precedidos por símbolos de lucha obrera como la Carpa Blanca, piquetes, ollas populares, lucha contra la impunidad del crimen de Cabezas, etc.
Hace poco más de 100 días, la clase trabajadora es nuevamente víctima de la vieja derecha argentina,
Se presenta como nueva por sus formas y procedimientos, pero en sus intenciones es la misma de siempre, aunque ya no es representativa de los actores concentrados de la economía, porque en esta nueva fase, decidió impúdicamente construir un estado atendido por sus propios dueños.
Lo único novedoso de esta nueva derecha gobernante, es el rol que juegan los medios hegemónicos y la justicia en el autodenominado “Círculo Rojo”. Hecho que busca construir agenda, corriendo el eje de los problemas de nuestra clase, invisibilizando y criminalizando el conflicto social y generando un clina antipolítica que busca cerrar cualquier posibilidad de debate y construcción colectiva. Instalando a la corrupción y la inseguridad como temas favoritos y exclusivos para desmoralizarnos.
Lo de siempre son nuestros patrones que entre 1976 y 1983 como dueños y directivos de las empresas Ledesma, Papel Prensa, Loma Negra, Ford, Mercedes, Acindar, Astarsa, Fiat, Techint, Bridas, Pérez Compac, Alpargatas, Celulosa, la Sociedad Macri (SOCMA).entregaron listas completas de delegados de fábrica a la vez que de la mano de Martínez de Hoz licuaban sus pasivos multiplicando nuestras deuda externa hasta 10 veces.
Lo de siempre también, es una clase política mediocre, acomodaticia y cómplice que en su mayor parte, volvieron a comprometer al país en un nuevo ciclo de endeudamiento que va a hipotecar el bienestar general.
También lo de siempre es que ambos, gobiernos y patrones, empezaron despidiendo, poniendo techo a la paritaria y criminalizando la protesta social, como habíamos anunciado que sucedería.
Podríamos decir que cada 20 años nuestro pueblo se suicida y que la clase trabajadora es la que pone los muertos, pero lejos de admitir este destino trágico, conscientes de nuestra responsabilidad histórica:
• Vamos a resistir y a dar pelea en unidad desde nuestras organizaciones sindicales y nuestras centrales.
• Vamos a marchar con el firme propósito de no aislarnos del resto de los que luchan contra esta hegemonía transitoria y sus cómplices.
• Vamos a romper en la calle el cerco mediático de los medios nacionales, movilizados, con creatividad y tozudez militante, dando la batalla cultural contra la resignación.
• Vamos a dar las batallas con inteligencia para entrar a los conflictos organizados y salir fortalecidos y ganando.
• Vamos a concientizarnos de que nuestros triunfos se celebran con la esperanza de que las banderas de justicia social, independencia económica y soberanía política, pueden volver a flamear en nuestro país.
• Vamos a honrar a nuestros mártires. 30000 COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS QUE SIGUEN VIVOS EN LA LUCHA DE LA CLASE TRABAJADORA.